ISABEL DURÁN VIZAN
La escultora Isabel Durán, enmarca su obra en la reinvención del arte figurativo, partiendo de un modelado preciso y enérgico para recrear un universo fértil y profundo de una sorprendente belleza. Pero no se limita a representar lo que ve o lo que imagina, sino que dota a sus esculturas de un toque de realismo mágico, añadiendo detalles que hacen que cada objeto vaya más allá de lo que representa. Así, los confines físicos del mismo no suponen un límite, sino más bien, una puerta hacia lo que no se explica, aquello que queda solo al alcance de la clarividencia del espectador.
Su trabajo, explora formatos diferentes, desde la escultura clásica acentuada con ese tacto tan propio de la artista hasta guiños a los grandes maestros del siglo XX. Su estilo es inconfundible y muy personal; vuelca en sus obras su cuerpo y alma y moldea con sus manos el alter ego de su propio ser.
El arte de Isabel Durán siempre tiene su origen en lo natural; sus figuras femeninas representan el origen de la vida, la fuente de toda vitalidad, el arraigo de la mujer en lo más primitivo, y, por ello, lo más fundamental. Sus bustos de fantasía, quizá su línea de trabajo más representativa exudan, a la vez, y de manera inesperada, sensualidad e inocencia a partes iguales. Los ojos miran al espectador, las bocas se entreabren, como tratando de comprender, de buscar una explicación a su inescrutable quietud, mientras sus contornos se diluyen en flores, mariposas y formas orgánicas de gran hermosura.
Esa búsqueda de la belleza pura, ese afán por transmitir que lo sereno puede ser tan hermoso como lo alegre, esa fuerza que transmite la artista en toda su obra, sobrecoge de entrada al que la contempla y lo transporta a un mundo donde la fantasía se una a la realidad , donde la naturaleza se fusiona con lo urbano, donde no hay límite alguno la imaginación; un universo, en definitiva, conmovedoramente femenino y personal.
Javier de Ramón Pérez – 2022